El cambio de estrategia, la política de reconciliación nacional y el aumento de la lucha de masas #
Con la derrota de los regímenes fascistas en la II Guerra Mundial y el afianzamiento de las democracias burguesas en el mundo occidental, el régimen franquista decidió virar su política exterior hacia estas últimas, las cuales vieron en la dictadura franquista un país anticomunista útil en plena Guerra Fría. Ese acercamiento fue acompañado por un cambio en la política económica, marcado por la llegada de créditos estadounidenses y una apertura comercial que favoreció el desarrollo industrial y la estabilización de la dictadura.
Mientras tanto, en el campo socialista también se daban importantes cambios. El XX Congreso del PCUS1 supuso un punto de inflexión a nivel internacional. Las posturas revisionistas, que ya habían ido ganando posiciones, se hicieron hegemónicas y se reflejaron en las tesis del V Congreso del PCE en 1954 (tras 22 años sin haber podido celebrar un congreso) y en la estrategia de la «Reconciliación Nacional», adoptada a partir de 1956 y que suponía, de facto, una renuncia al camino revolucionario.
A pesar de esto, durante los años cincuenta y los sesenta se vivió en España un significativo aumento de la lucha de masas. La huelga de Barcelona de 1951, las movilizaciones estudiantiles de 1956, las huelgas parciales o completas en el campo y en las ciudades de la «Jornada de Reconciliación Nacional», las luchas mineras de 1958 y la huelga minera de 1962, conocida como «la huelgona», la intensificación de la lucha estudiantil en 1965 y 1966, que culminó en la creación del Sindicato Democrático de Estudiantes Universitarios de Barcelona… El heroico trabajo de la militancia comunista en el interior del país aumentaba la influencia del Partido en todos los frentes y le permitía avanzar posiciones en distintos ámbitos de la vida social.
Buena prueba de ello es el nacimiento de un sindicalismo clasista de nuevo tipo, representado por las Comisiones Obreras (CCOO). Utilizando la leve apertura a la que se vio forzado el régimen con la Ley de Convenios Colectivos de 1958 y la figura de los Jurados de Empresa, las Comisiones Obreras se constituyeron como movimiento amplio y obrero de oposición a raíz de las luchas mineras en Asturias y León en 1958 y empezaron a extenderse por el resto del país a partir de las huelgas mineras de 1962.
Durante el resto de la dictadura, las Comisiones Obreras fueron la principal organización del antifranquismo. Sus luchas, no obstante, las orientaba el PCE dentro de las ya referidas tesis revisionistas que, a pesar de la oposición de buena parte de la militancia del interior, gobernaban en la dirección central en el exilio.
La deriva eurocomunista y la Transición #
Asumida la política de Reconciliación Nacional en 1956 y ascendido a la dirección del PCE el sector parisino encabezado por Santiago Carrillo2, comenzó la deriva del Partido hacia el eurocomunismo, un proceso de victoria definitiva del revisionismo que podemos considerar que culmina en el IX Congreso en 1978, en el cual se renunció de manera formal al leninismo.
Fueron años marcados por crisis internas y un vaciamiento ideológico, caminando en dirección contraria respecto a la necesidad de desarrollar una línea revolucionaria. Comenzaba el desgajamiento del PCE y también del grueso de partidos comunistas occidentales, cuyo anquilosamiento en el revisionismo fue aprovechado por sectores a su izquierda que renegaban de la Unión Soviética como referente ideológico y encarnaban las tesis maoístas y trotskistas, de creciente influencia en Europa. Entre mediados de los sesenta y de los setenta aparecieron múltiples organizaciones y corrientes que, sin embargo, nunca llegaron a estar cerca de poder disputar la influencia en el movimiento obrero y de masas al PCE.
Al igual que ocurriera en España, durante los años sesenta y, especialmente, los años setenta, las direcciones de los partidos comunistas de Francia e Italia rechazaron las tesis leninistas, profundizando en las llamadas «vías nacionales al socialismo». Este crecimiento del diversionismo nacional se vio favorecido por la ya mencionada desaparición de la Internacional Comunista en 1943 y por el asentamiento del revisionismo en el PCUS en 1956. En Italia y en Francia los partidos comunistas se plegaron a los intereses de la democracia cristiana y de la socialdemocracia, respectivamente, a través de un supuesto «compromiso histórico» que llevó a priorizar la entrada en los gobiernos capitalistas, es decir, a asumir una política reformista, socialdemócrata. Los partidos comunistas de Italia, Francia y España fueron las organizaciones que abanderaron la vía oportunista del eurocomunismo.
No obstante, durante este proceso en España, algunos militantes comunistas se negaron a abandonar el marxismo-leninismo y lanzaron, entre otros, proyectos como el Partido Comunista de España (VIII-IX Congresos) o el Partido Comunista Obrero Español. Otros exigieron la vuelta al leninismo dentro del PCE, denunciando la ausencia de centralismo democrático y las prácticas del «carrillismo», creando grupos o células que pudieran recuperar «el Partido» como fueron, durante un tiempo, las Células Comunistas. Las dificultades y cierta confusión ideológica rodearon a todas estas honradas tentativas, que en su mayoría acabarían conflunyendo en el PCPE, como más adelante veremos.
La dirección eurocomunista del PCE colaboró intensamente con los sectores de la burguesía que pretendían reestructurar el sistema político en el tránsito de la dictadura a la democracia burguesa. El papel del PCE fue dar legitimidad al proceso a cambio de ser legalizado, aceptando la monarquía y la bandera roja y gualda, la Constitución de 1978 y firmando los Pactos de la Moncloa (como continuidad de la Política de Reconciliación Nacional). En el IX Congreso se abandonaron oficialmente las tesis leninistas y se ratificaron importantes cambios en el modelo organizativo, adaptándolo a una estrategia que gravitaba en torno a la lucha electoral: entre otras cosas, se renunciaba a las células de empresa que tanta influencia en el movimiento obrero habían permitido y se apostaba por las grandes agrupaciones por distrito electoral.
La Transición española fue un proceso de reorganización del bloque y del modelo de ejercicio del poder burgués, de la dictadura a la democracia burguesa, en el que el PCE acabó cumpliendo el papel de neutralizar cualquier posibilidad de que el movimiento obrero respondiese al fin de la dictadura en una dirección revolucionaria.
Este profundo viraje en el PCE llevaría a que, en pos de recoger el hilo rojo revolucionario, entre el 13 y el 15 de enero de 1984 se celebrara el Congreso de Unidad de los Comunistas, en el que participaron algunos de los diferentes grupos que venían reivindicando las tesis leninistas. Nacería entonces el Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE), en un primer momento denominado Partido Comunista (PC), abriendo un nuevo periodo en el camino de reconstrucción del Partido Comunista en España. A pesar de la reivindicación de la dictadura del proletariado y la asunción de palabra del leninismo, se heredaron también multitud de errores y desviaciones como, por ejemplo, la estrategia por etapas3. Haría falta aún, por tanto, un largo camino de clarificación teórica y política para recuperar el Partido Comunista para organizar la revolución en España.
Para profundizar #
Artículos #
Notas
- Fundada en 1921 y disuelta en 1923, al fusionarse con la II Internacional, la Internacional de Viena fue una agrupación de partidos socialistas «centristas» que buscaban «una vía intermedia» entre la III Internacional y la II. En la práctica, su labor ayudaba a la clase capitalista al cultivar el espíritu de la indecisión en la clase obrera en plena escisión internacional entre el reformismo y las posiciones revolucionarias.
- Santiago Carrillo fue el Secretario General de la Federación de Juventudes Socialistas de España (FJS), el Secretario General de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) y llegaría a ser el Secretario General del Partido Comunista de España tras el VI Congreso del PCE. Carrillo fue el principal promotor y figura visible del proceso de corrosión revisionista en el seno del PCE, apostando por la vía eurocomunista. El eurocomunismo implicaba una negación de las leyes de la revolución socialista, de la necesidad de la dictadura del proletariado, del partido de nuevo tipo y de la perspectiva de la lucha revolucionaria.
- Por «estrategia por etapas» se entiende la concepción, con fuerte influencia en el movimiento comu nista en España durante muchos años, de que debe existir una etapa intermedia entre el capitalismo y el socialismo. Esta política, en el caso de España y del capitalismo contemporáneo, implica negar el desarrollo de las fuerzas productivas y la maduración de las condiciones objetivas para la preparación de la revolución socialista, lo que prácticamente se traduce en la subordinación de la clase obrera a una política pequeñoburguesa y oportunista