La agudización de la lucha de clases en la España de principios del siglo XX #
Durante las dos primeras décadas del siglo XX en España las principales industrias textiles, metalúrgicas y mineras se desarrollaron de manera extraordinaria, expandiéndose correlativamente el movimiento obrero, lo que derivó en varios episodios relevantes de agudizacióndel conflicto clasista en nuestro país. Es el caso, por ejemplo, de la gran huelga general que estalló en 1909 en casi toda España a raíz de la movilización de reservistas para las operaciones militares en Marruecos, movilización que afectaba principalmente a las familias obreras que no podían pagar para evitar ir a la guerra. Esta huelga acabó siendo duramente reprimida: en Barcelona se asesinó a más de cien obreros, en lo que pasaría a ser recordado como la Semana Trágica. Otra muestra de la expansión del movimiento obrero en España fue la fundación, un año después, de la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), de tendencia anarcosindicalista.
Dado el aumento de la conflictividad social y la intensificación de la lucha de clases, los años que van desde 1918 a 1920 fueron conocidos como el «Trienio Bolchevique», etapa en la que se produjo una de las más importantes victorias parciales de la clase obrera en nuestro país: la conquista de la jornada laboral de ocho horas tras la huelga de La Canadiense.
La gran Revolución Socialista de Octubre #
Ese adjetivo de «bolchevique» provenía, evidentemente, de la enorme influencia que tuvo en el movimiento obrero de nuestro país y en el del resto del mundo la primera revolución victoriosa del proletariado: la Gran Revolución Socialista de Octubre. En Rusia se fue alzando la nueva punta de lanza del movimiento revolucionario internacional. Con V. I. Lenin a la cabeza, el bolchevismo coronaba su defensa y aplicación del marxismo dirigiendo la toma del poder político de los soviets en 1917. Frente al oportunismo y el reformismo en sus diversas variantes, el bolchevismo mantuvo alta la bandera del marxismo y terminó de dar cuerpo al partido independiente de la clase: el partido de nuevo tipo, el partido de vanguardia.
Fueron también los bolcheviques quienes más intensamente combatieron la segunda gran batalla en el seno de la II Internacional en plena etapa del conflicto entre reforma y revolución: la lucha contra el socialchovinismo. El desarrollo del imperialismo y la agudización de las contradicciones entre las diversas potencias llevaron al estallido, en 1914, de la I Guerra Mundial. Este estallido originó un cisma en el seno del movimiento socialista. Se definieron, fundamentalmente, las siguientes posturas: por un lado, los socialchovinistas, que defendieron una política de alianza con sus respectivas burguesías nacionales frente a la clase obrera mundial y renunciaron a toda pretensión revolucionaria. Por otro lado, los «centristas», entre los que se encontraba Kautsky, quienes, a pesar de predicar la «unidad» del socialismo internacional, se subsumían y apuntalaban la política de los jefes socialchovinistas. Por último, los internacionalistas, que abogaron por caracterizar el conflicto como guerra imperialista y sostuvieron la necesidad de que la táctica del proletariado pasara por transformar dicha guerra en guerra civil revolucionaria.
La traición de los jefes del socialchovinismo se confirmó definitivamente con el apoyo a los créditos de guerra en Francia y Alemania. Las labores del Buró Socialista Internacional (BSI), órgano ejecutivo de la II Internacional, se paralizaron. Ante esta inacción, fruto de la claudicación ante los intereses nacionalistas, la corriente internacionalista celebró la Conferencia de Zimmerwald, en 1915. En Zimmerwald, sin embargo, junto a los sectores netamente internacionalistas, penetraron elementos centristas, pacifistas y vacilantes.
El estallido y curso de la guerra puso en evidencia ante las masas obreras la descomposición del sistema capitalista y la necesidad de organizar la revolución socialista. La Gran Revolución Socialista de Octubre, el 7 de noviembre de 1917, fue la confirmación práctica de que los bolcheviques abanderaron la esencia y el desarrollo revolucionario del marxismo. En un contexto ascendente del movimiento obrero, con huelgas, insurrecciones y levantamientos por toda Europa, entre los que destaca el Levantamiento Espartaquista de 1919 en Alemania en el que fueron asesinados los dirigentes revolucionarios Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, se convertía en una necesidad ratificar y promover el deslinde de campos1 con el reformismo, recuperar la estrategia común a través de los aprendizajes del bolchevismo y acabar con una II Internacional en bancarrota.
Nació así, en el I Congreso celebrado en marzo de 1919, la III Internacional, o Internacional Comunista. Se hacían realidad, ahora sí, las palabras de Engels: «Creo que la próxima Internacional será, una vez que los trabajos de Marx hayan hecho su labor durante unos cuantos años, directamente comunista e instaurará nuestros principios»2. El movimiento obrero consciente y militante recuperaba su adjetivo genuino: comunista. El II Congreso de la Internacional Comunista (1920) aprobaría las 21 condiciones de admisión a la misma.
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Notas
- Por «deslinde de campos» entendemos el proceso de ruptura y separación a distintos niveles entre corrientes y tendencias político-ideológicas.
- Carta a Adolph Sorge. Friedrich Engels, 1874