La introducción “desde fuera” de la ideología revolucionaria #
Lo mejor es empezar por exponer cómo entendemos la «conciencia» y cómo se relaciona con la revolución socialista. Los comunistas afirmamos que la conciencia de los seres humanos es resultado de su ser social. Es decir, que la concepción que tenemos del mundo que nos rodea, nuestras ideas políticas, aquello que consideramos «natural» o incluso lo que creemos posible o no, depende de nuestro contexto de vida y socialización y, particularmente, de nuestra posición en el ámbito productivo. Dentro de la sociedad capitalista, la forma de conciencia «normal» y espontánea se ubica en los márgenes de la ideología burguesa. Esto, si nos paramos a meditarlo, tiene mucho sentido: es coherente que cualquier sistema social tienda a reproducirse a sí mismo. Las propias relaciones de producción burguesas se reflejan en la conciencia humana en forma de pensamiento burgués.
Hay, por supuesto, diferencias importantes en la forma de pensar dentro de una sociedad
dada. El mejor ejemplo es el espectro izquierda-derecha dentro de la política burguesa, o las categorías de «progresismo» y «conservadurismo». Estas variaciones expresan la posición de distintas capas o clases sociales, pero, y aquí está la clave, ninguna de esas diferencias se sale del espectro ideológico capitalista. De forma espontánea e instintiva no se tiene una conciencia revolucionaria, simplemente se reproduce la conciencia burguesa en distintas variables. Partiendo de este paradigma, ¿cómo se concibe la conciencia de clase o revolucionaria y cuál es el papel de los comunistas? El comunismo, como ideología revolucionaria del proletariado, se introduce «desde fuera», esto es, desde fuera del pensamiento inmediato y fetichizado que nace y se reproduce por la posición que tenemos en la división social del trabajo. Esto significa que el comunismo no se deriva automáticamente, sin mediaciones, de la interacción inmediata, como clase obrera, con la sociedad capitalista.
La condición de posibilidad del comunismo #
Como decía Marx, «la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar»1; esto implica que el comunismo es resultado del desarrollo de la actividad social, del desarrollo de las fuerzas productivas hasta un punto que permiten la satisfacción de todas las necesidades humanas y su gestión colectiva y planificada, así como del nacimiento de la clase revolucionaria llamada a hacer esto posible: el proletariado. Pero como adelantamos en otro punto, su constitución como cosmovisión es resultado del estudio científico de la evolución de las sociedades humanas y, en concreto, de la sociedad capitalista.
En ese sentido, el comunismo es resultado del estudio científico posibilitado por el desarrollo del movimiento real, se fundamenta en las condiciones materiales que posibilitan su surgimiento como ideología revolucionaria. Esas mismas condiciones materiales que fundamentan su existencia son las condiciones de posibilidad para que se convierta en un pensamiento revolucionario de masas. No obstante, la particularidad de las relaciones sociales capitalistas impide que el comunismo se convierta en pensamiento hegemónico de manera espontánea, automática, sin acción del elemento consciente.
Con «condiciones de posibilidad» nos referimos a aquello que Lenin definía como «embrión de conciencia». La posición objetiva que ocupa el proletariado dentro de las relaciones de producción y, en consecuencia, de la sociedad en su conjunto lo sitúa en un conflicto de intereses permanente con respecto al capital. En todo el devenir de la vida social se manifiestan las contradicciones del capitalismo y el antagonismo de intereses entre las dos principales clases de la sociedad moderna. Esto genera innumerables conflictos, manifestaciones permanentes de lucha de clases en distintas esferas de la realidad social, aunque en su expresión inmediata, enajenada y fragmentaria. La respuesta a las violencias y los fenómenos se da aún desde la posición particular en la división social del trabajo, desde concepciones y marcos burgueses de actuación. Es así como debemos entender que la conciencia revolucionaria se introduce «desde fuera». El economicismo subordina las tareas políticas al estado del movimiento espontáneo, esperando que este se transforme en conciencia de manera automática. El izquierdismo teoricista parte de una separación idealista entre la realidad social y la conciencia, no entendiendo la unidad dialéctica entre ambas, no comprendiendo que es en el seno de las manifestaciones de la lucha de clases donde está el germen que puede desarrollarse en conciencia, en comprensión del conjunto de determinaciones de la realidad social y de la necesaria superación revolucionaria.
En esta lógica, podemos extraer la conclusión de que la conciencia espontánea es embrión, o puede ser embrión, de lo consciente, pero que lo espontáneo tiene un marcado límite que sólo puede romperse desde la comprensión científica y total de la realidad social. El germen de la espontaneidad sólo se convierte en verdadero fruto mediante la labor de los comunistas en tanto que sectores conscientes y organizados de la clase.
La elevación de conciencia #
Los comunistas, por tanto, tenemos el papel de llevar a cabo esa elevación de conciencia entre nuestros compañeros y compañeras de clase. Debemos introducir la concepción científica, fundirla con las masas, aprovechando cualquier conflicto dentro del sistema capitalista para denunciar su naturaleza de clase y explotadora, para poner en contexto general cada pequeña lucha parcial, para explicar la interrelación de cada forma de violencia y su génesis común en el modo de producción, para pasar del conflicto particular al conflicto político entre las clases sociales, para demostrar la necesidad de superar el sistema capitalista y la necesidad y posibilidad del comunismo. En cada pequeña batalla de la clase obrera en el día a día del capitalismo, los comunistas debemos conseguir que cada vez más y más compañeros de nuestra clase se sumen a las filas revolucionarias y entiendan y asuman el programa revolucionario del comunismo a través de la propia experiencia práctica. Debemos transmitir, en definitiva, que las pequeñas luchas inmediatas por arrancar alguna mejora a los capitalistas deben dar paso a la lucha revolucionaria organizada y consciente contra el sistema capitalista en su conjunto.
Este paso de lo espontáneo a lo consciente mediante la intervención de los comunistas y la introducción del programa revolucionario es a lo que nos referimos cuando hablamos de elevar la lucha económico-inmediata, la lucha instintiva y aún desde coordenadas burguesas, a la lucha político-revolucionaria, expresión organizada de la fusión del comunismo científico con las masas. Esta es la clave fundamental del papel de los comunistas dentro del capitalismo. La cuestión tiene un desarrollo mucho más profundo y rico, pero por el momento es suficiente con esta noción general. Lo que debemos preguntarnos ahora es, ¿de qué herramienta política nos servimos los comunistas para llevar a cabo esta tarea? Hablemos de la teoría de vanguardia y del partido de «nuevo tipo».
Para profundizar #
Lecturas #
- ¿Qué hacer? – V. I. Lenin
- 📝 El tribuno, el ilustrado tardío y el burócrata: los fundamentos de la intervención comunista entre las masas – Eva G. de Madariaga y Javier Martín
Notas
- Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, Karl Marx, 1859