Comenzaremos, para ello, por exponer breve y sintéticamente las características fundamentales del capitalismo y las relaciones sociales que lo sustentan:
I. El capitalismo es el sistema socioeconómico que sucede, de forma histórica, al feudalismo. Decimos de forma histórica porque no es necesario que un grupo humano pase necesariamente por todas las etapas, ya que a través de determinados procesos y sucesos un grupo humano puede experimentar un desarrollo muy acelerado que lo haga pasar de un modo a otro sin transitar por uno intermedio por el que sí hayan pasado otras sociedades. Por ejemplo, al ser conquistado por otro pueblo cuyo sistema productivo cuente con unas relaciones de producción distintas.
II. La propiedad de los medios de producción está, generalmente, en manos privadas: las de la burguesía. En algunos casos, también está en manos del Estado, el cual gestiona la producción al modo de una empresa privada capitalista.
III. Sobre la base de la propiedad privada de los medios de producción se generan las dos principales clases del sistema capitalista: la burguesía, que es la clase social que posee los medios de producción, y la clase obrera. La situación de desposeimiento de la clase obrera, la cual solo cuenta con su fuerza y sus conocimientos para trabajar, la obliga a vender su fuerza de trabajo a la burguesía a cambio de un salario.
IV. Fruto del trabajo de la clase obrera se crea la riqueza de la sociedad. Sin embargo, la apropiación del fruto de ese trabajo es privada. Se la apropia la burguesía, no el conjunto social.
V. Debido al desarrollo de las fuerzas productivas, el proceso productivo se complejiza enormemente, incentivando la división del trabajo. Esto quiere decir que, a diferencia de otros sistemas productivos, donde el productor ejercía múltiples funciones en el proceso productivo, en el capitalismo este proceso se fragmenta y cada trabajador lleva a cabo tareas cada vez más específicas y concretas. A este proceso se le denomina especialización o hiperespecialización. La creciente división del trabajo implica que el carácter de la producción sea cada vez más social, al necesitar que varios trabajadores, a menudo separados por miles de kilómetros, participen en la producción y distribución de un mismo objeto.
VI. La producción capitalista es anárquica: no existe planificación centralizada ni esta se articula para la satisfacción de las necesidades del conjunto de la sociedad. Por el contrario, la producción se realiza en un contexto de competencia entre las diferentes empresas cuyo objetivo es aventajar al resto de rivales y maximizar sus beneficios. En todo caso, a pesar de la existencia de esta pugna entre capitalistas, que se expresa también políticamente, podemos hablar de un interés general de la clase dominante por mantener su poder.
VII. La tendencia a la concentración y centralización del capital en cada vez menos manos genera e impulsa los monopolios; hace que estos dominen la vida económica y social. La pequeña producción se ve progresivamente arrinconada y ve amenazada su propia existencia. Esto provoca que sectores intermedios, como la pequeña burguesía (pequeños empresarios) o trabajadores por cuenta propia, no puedan competir con los grandes monopolios y se vean, de manera progresiva y tendencial (no es un proceso lineal y absoluto, depende de los vaivenes y ciclos del capital), empujados a las filas de la clase obrera.
VIII. De forma cíclica, fruto de las contradicciones internas del capitalismo, aparecen crisis económicas de sobreproducción que destruyen parte de las fuerzas productivas y suponen una aceleración de la concentración y centralización de capitales. Es en estas crisis cuando se intensifica la proletarización de la pequeña burguesía y otros sectores, así como el empeoramiento generalizado de las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera. El modo por el cual estas crisis aparecen lo trataremos más adelante.
IX. La fase monopolista del capitalismo, en la que las tendencias a la concentración de capitales se expresan en su más alto grado de desarrollo, se denomina imperialismo. El imperialismo es la fase contemporánea de desarrollo del capitalismo, en la que los monopolios y el capital financiero se convierten en dominantes y, fruto de ello, se expresan las contradicciones de este sistema socioeconómico en su forma más aguda. El imperialismo es el capitalismo en descomposición: la expresión última de las condiciones de posibilidad de una sociedad nueva; la conclusión fáctica de que la tarea que nos hemos de proponer los comunistas es la revolución socialista. Para comprender en profundidad estas afirmaciones recomendamos la lectura de El imperialismo, fase superior del capitalismo, de Lenin.