Aclarado lo anterior, la cuestión es, entonces, cómo llegar a esa sociedad comunista. Desarrollaremos esta cuestión de una forma esquemática e introductoria. Es útil diferenciar entre la primera fase del comunismo, a la que denominamos socialismo, y la segunda fase, a la que denominamos propiamente comunismo. La primera fase, el socialismo, es resultado de la toma del poder político por parte de la clase obrera, que pone en marcha la socialización de los medios de producción. Al gobierno de la clase obrera se lo denomina, como ya hemos dicho, dictadura del proletariado. Pero aunque se amplíe la democracia real a todos los sec- tores de la clase obrera, se mejoren las condiciones de vida y trabajo y se ponga la riqueza producida socialmente al servicio colectivo en vez de al beneficio privado, todavía quedarán elementos de la sociedad capitalista anterior que deben ser suprimidos. Este, como decíamos antes, es el papel del Estado proletario. De la sociedad anterior quedarán varios elementos potencialmente capaces de subvertir el nuevo orden socialista. Entre estos se encuentran los siguientes: la pervivencia de formas de producción mercantil; la existencia de elementos contrarrevolucionarios o elementos imperialistas externos al Estado socialista; ideas impropias de la nueva moral comunista como el sexismo, el racismo, el elitismo o el individualismo, que aún tendrán un poso importante en la sociedad ya que son heredadas de modos de producción anteriores y su superación no se logrará de la noche a la mañana… La existencia de estos elementos imposibilita el progreso hacia una sociedad comunista, e incluso amenaza la continuidad del socialismo, por lo que se hace necesario, como decíamos antes, el mantenimiento de un Estado por parte del proletariado. Como ejemplo de esta cuestión, cabe mencionar que ningún país socialista ha llegado a la sociedad comunista, pues han vencido los elementos contrarrevolucionarios que permanecían en su seno.
Por todo lo dicho es por lo que adquiere sentido la fórmula socialismo-comunismo. Se distinguen claramente las dos etapas, y la primera es una etapa de transición revolucionaria. La revolución socialista no es la mera toma del poder y el inicio del Estado proletario, sino todo el período de destrucción de las relaciones de la vieja sociedad y construcción de las nuevas relaciones. La revolución, que se asienta sobre la construcción del nuevo poder (el desarrollo de la organización revolucionaria de los trabajadores en el Partido y en torno a él) y tiene su pistoletazo de salida en la toma del poder político, finaliza cuando finaliza el socialismo, es decir, cuando se alcanza el comunismo. El socialismo es, así, la etapa en la que, con el Estado proletario a la cabeza, perviven las relaciones capitalistas en recesión y, a su vez, se desarrollan las nuevas relaciones comunistas en lucha con las anteriores.
Para tratar la diferenciación entre socialismo y comunismo, las características de la sociedad comunista, así como la naturaleza del Estado, es muy recomendable la lectura de El Estado y la Revolución, de Lenin.