Como ya hemos introducido en otros puntos, los comunistas entendemos que han de darse una serie de condiciones para que podamos llevar a cabo la revolución socialista. Las clasificamos en dos grandes grupos: «condiciones objetivas» y «condiciones subjetivas». Podemos decir que las primeras son aquellas condiciones que son relativamente ajenas a nuestra voluntad y relativamente independientes de nuestra acción, resultado de las lógicas internas de desarrollo de la sociedad capitalista. Las segundas, por el contrario, son las condiciones que los comunistas tenemos que generar con nuestra intervención, relativas al grado de organización de la clase obrera, los tipos de organización de los que nos dotamos, la creación de órganos de poder revolucionario, la definición y asunción de un programa político revolucionario con su correspondiente estrategia y táctica1, etc.
Como decíamos, ambos tipos de condiciones tienen que estar suficientemente desarrolladas para poder llevar a cabo la revolución socialista, porque el capitalismo puede experimentar una cierta fragilidad en determinados contextos, pero sin un movimiento revolucionario preparado para aprovechar el momento no va a darse, espontánea y anárquicamente, la revolución. De igual forma que, aunque haya un movimiento revolucionario bien preparado y dispuesto, difícilmente puede derrocar al orden burgués si no se presenta una brecha que aprovechar. La experiencia histórica del proletariado ha confirmado en numerosas ocasiones la veracidad de esta tesis y por ello la asumimos, pero debemos evitar entenderla de forma mecánica y absoluta. Las condiciones objetivas y las condiciones subjetivas se correlacionan y retroalimentan en cierto grado, lejos de ser dos grandes variables que se desarrollan completamente aisladas entre sí.
Notas
- Conviene explicar la diferencia que los comunistas establecemos entre «estrategia» y «táctica». La estrategia es la caracterización de la etapa de la revolución, de los objetivos últimos que esta caracterización implica y de las tareas principales que son pertinentes para alcanzar dicho objetivo. Véase: los CJC y el PCTE establecemos que no hay etapas intermedias entre el capitalismo y el socialismo en España, vivimos por tanto el periodo de la revolución proletaria, lo que implica que debemos intervenir decididamente entre las masas para construir la alianza social bajo hegemonía proletaria. La estrategia se mantiene, generalmente, inalterable durante la etapa en cuestión. La táctica, por su parte, se ocupa de los momentos particulares de la lucha de clases, de las formas de lucha del proletariado, de los cambios y de la combinación de dichas formas, etc. Partiendo de una etapa dada de la revolución, la táctica puede cambiar repetidas veces, con arreglo a los flujos y reflujos, a las coyunturas políticas, al ascenso o al descenso de la revolución… Es la forma mediante la cual se establecen las mediaciones políticas pertinentes según el momento y el grado de desarrollo particular para ir dando pasos en la línea estratégica. Táctica y estrategia no se pueden disociar. Si la táctica no actúa de acuerdo a un eje y objetivo estratégico, acabará cayendo en el seguidismo del movimiento espontáneo. Si la estrategia no se expresa tácticamente según los momentos y lugares particulares, no encontrará las vías para sumar a las amplias masas a su realización. La adecuada combinación de ambas es la ciencia de dirigir la lucha de clase del proletariado.